Texto publicado en Revista Inquieta. Revista Contemporánea de danza y artes del movimiento. Año III . N°5 Mayo 2012 ISSN 1853-676x
Desde el/la Videodanza.
Más allá de lo que sea el/la Videodanza, sé lo que genera. Cautiva por sus límites extendidos, fronterizo, permite el sincretismo artístico. Implica y exige una apertura de la mirada. Seduce, atrapa….
No es mi intención esbozar una definición porque a mi entender no existe alguna que la contenga en toda su potencialidad. Algunos creen que es mejor pensar en subcategorías en las que la danza para la cámara se manifiesta: documental, narrativa, animación, estudios de objeto, trabajo metafórico, re-montajes, experimentos técnicos.
Yo prefiero el concepto de lenguaje, de un modo de escritura. Me interesan los recursos estilísticos del Videodanza para utilizarlos en un documental, en una ficción, en una animación. Esos recursos son los que permiten tomar un movimiento coreográfico junto con una cámara y que en el diálogo entre ellos surja la obra.
Ahora ¿Esa obra audiovisual de Videodanza tiene que contener la esencia de la danza/movimiento que filma? De ser así todos los elementos que la conforman tendrían que estar atravesados con los mismos postulados estéticos. ¿O da lo mismo que lo que grabemos/filmemos sea una danza contemporánea que una chacarera.?
Cada danza, movimiento posee no sólo características propias, tiene también una concepción de cuerpo que, según dice Le Bretón, son tributarias de las concepciones de la persona. Esa noción del cuerpo se reconoce como una construcción simbólica, cultural, sujeta a la visión del mundo y a la definición de persona que tenga quien lo sustente. ¿Cómo se trasladaría esa noción de cuerpo/movimiento, ser-en-el-mundo a la cámara? ¿Hay que trasladarlo?
La cámara corporizada
Estos interrogantes sobre el modo de hacer devino en poner el foco en una noción que no se tiene en cuenta a la hora de componer/realizar un Videodanza: el propio cuerpo del realizador. Pareciera que el cuerpo de la cámara fuera un cuerpo ausente, según MacDougall no se tiene en cuenta que “...las acciones del cineasta de mirar están codificadas en la película de la misma manera que la presencia física del sujeto...”. El postulado de Berger que sostiene que “el modo en que cada uno ve al otro confirma su visión de si mismo” parece quedar invisibilizado.
No es sólo cuestión de ver un movimiento y poner la cámara sin una previa reflexión de qué movimiento de cámara sumado al movimiento del bailarín dice que cosa o cómo traslado el toque a la cámara o que lente uso para dar cuenta de que. Es imperioso tener en cuenta que la cámara no es un elemento pasivo, produce mirada. Desde su modo de construir mundo.
Considero que este punto no ha sido suficientemente reflexionado en el ámbito del Videodanza. Los análisis que existen de la corporeidad en las representaciones audiovisuales, se centran en su mayoría, en lo que sucede sobre la pantalla o la representación. Poco se encuentra sobre la reflexión del cuerpo invisible que no obstante, está inscripto en sus modos de enunciación en la obra. El cuerpo habla lo que el lenguaje calla. Toda imagen encarna un modo de ver, diría Berger.
Y es fundamental porque en este lenguaje no solamente el movimiento que está delante tiene una subjetividad corporizada, la posición de la cámara también la tiene. Su poética, también es producto de su tiempo y coyuntura, de su modo de ser mundo. Como dice Alejandra Ceriani “…La cámara en este género sufre una trasformación (…) el medio se vuelve cuerpo y el cuerpo es el medio que se hace carne, fuera de una tecnificación, de un control mecanizado, evidenciando más que el movimiento de la cámara, la acción del cuerpo. La cámara es un punto de conexión que evidencia un cuerpo, respira, vacila, circula acopiando fragmentos…”
Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, a la hora de enfrentarme con la idea de hacer un Videodanza, tengo en cuenta lo que denominé la cámara corporizada como aquella cámara traspasada por un cuerpo con un modo de construir mundo a partir del atravesamiento de la cultura. Mi cámara de –velada.
En mi opinión, no existe un Videodanza que responda a determinada expresión dancística ya que la obra audiovisual nunca será esa danza en sí misma, como nunca el teatro filmado será teatro. Desde esta perspectiva al tomar determinada danza puedo fragmentar los movimientos hasta el infinito y reconstruir una Otra obra. O puedo pensar que este cuerpo/cámara que filma /graba /registra puede tomar en cuenta las particularidades de esta danza a la hora de abordarla y entonces traducir en términos de imagen los principios que la construyen, generar una imagen atravesada por sus postulados estéticos, con su modo de estar y ser una danza que baila cuerpos.
Es una instancia de decisión. De elección. Qué tipo de obra. Con que modo de construcción. Que vale aclarar está en sí misma, también mediada, porque a la hora de poner la cámara no debo olvidar que también bailo.
Grabo y me grabo a mí misma en el baile de los otros.
Grabo y me bailo.
Grabo y bailo.
Claudia Sánchez
@artistagestora
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